AL SUR

 Así como el hombre respira toma aire y lo suelta, exhala, asi también lo hace la tierra inhalalas y exhala las fuerzas del sol y da la posibilidad del florecimiento.

Durante la época de  verano  la tierra  exhala las fuerzas ue inhaló en la primera, se convinaron con las fuerzas terrestres y ahora se expanden en el aire. En el verano  la tierra funciona como un espejo del cosmos.

Conoce las fuerzas que están en el trabajo de producir la vegetación, las fuerzas que empujan a las plantas de la Tierra en primavera, y que se retirar de la Tierra en el otoño, dejando que las plantas verdes se desvanecen y, finalmente, deteniendo el crecimiento de la planta.

 

Duma conoce perfectamente los ritmos del aire y del sol.

 

Verano 2020

24 de Junio Día de San Juan Bautista

Festival de Verano

El verano de 2020 inicia con un eclipse solar anular.

Con un anillo de fuego.

Este eclipse fue presenciado en Asia.

Algunas leyendas sobre eclipses

China

Los chinos de la antigüedad creían que la vista parcial del sol se debía a que un dragón celestial desataba su furia arrancándole un pedazo al astro rey. Para asustar a dicha bestia, los chinos procuraban hacer un ruido estruendoso que le ahuyentara.

India

Según la tradición hindú, Rahu es una entidad demoníaca que consta de una cabeza sin cuerpo montada en una carroza tirada por caballos negros. Rahu persigue al sol por los cielos para devorarlo y de vez en cuando consigue arrancarle un pedazo, ocasionando los eclipses solares. Los indios tienen la tradición de sonar cazuelas y sartenes para asustar a Rahu. Aún en la actualidad muchos no comen durante el eclipse solar, ya que consideran que cualquier alimento cocinado en este período puede ser venenoso.

Africa

Las tribus aborígenes también recibían los eclipses con especial interés. Los batammalibas del oeste de ese continente consideraban que la luna y el sol peleaban durante los eclipses y lo interpretaban como un llamado a la paz y la conciliación. La única forma, para ellos, de detener un eclipse era sentándose con los adversarios para llegar a una resolución de los conflictos.

 

El regalo de los gnomos

Y como en cada estación se realizan actividades muy diferentes Duma nos cuenta un hermoso cuento.

 

EL REGALO DE LOS GNOMOS

Un sastre y un orfebre que vagaban juntos por esos mundos, oyeron un atardecer, cuando ya el sol se había ocultado tras los montes, los sones de una música lejana, cada vez más distintos. Era una melodía extraña, pero tan alegre que les hizo olvidar su cansancio y apretar el paso. La luna había salido ya cuando llegaron a una colina, en la que vieron una multitud de hombres y mujeres diminutos que, cogidos de las manos, bailaban en corro y saltaban animadamente, con muestras de gran alegría y alborozo; y, mientras bailaban, cantaban dulcemente; ésta era la música que habían oído nuestros caminantes. En el centro del círculo había un viejo, algo más alto que los demás, vestido con una casaca multicolor y de cuyo rostro colgaba una barba blanca que le cubría el pecho. Los dos amigos se detuvieron, asombrados, a contemplar la escena. El viejo, con una seña, los invitó a entrar en el círculo, y los enanillos abrieron el corro para dejarles paso. El orfebre, que era jorobado y, como todos los jorobados, de natural decidido, entró sin titubeos, mientras el sastre, un tanto tímido, permaneció indeciso unos momentos; al fin, contagiado de la general alegría, cobró ánimos y entró también.
Volvió a cerrarse el círculo, y los enanos reanudaron el canto y el baile, brincando alocadamente. De pronto, el viejo desenvainó un gran cuchillo que llevaba pendiente del cinto y se puso a afilarlo, y cuando le pareció bastante afilado, miró a los forasteros. Quedaron éstos helados de espanto; y, sin darles tiempo a pensar nada, el viejo agarró al orfebre y, con prodigiosa ligereza, le rapó el cabello y la barba; y lo mismo hizo luego con el sastre. Su miedo se disipó, sin embargo, cuando vieron que el viejo, terminada la operación, les daba unos golpecitos amistosos en el hombro, como felicitándolos por lo bien que se habían portado al dejarse afeitar sin protestas. Mostróles un montón de carbón que había a un lado y les indicó, con gestos, que se llenasen los bolsillos. Ambos obedecieron, aunque no veían de qué iba a servirles el carbón; luego siguieron su camino en busca de un cobijo para la noche. Cuando llegaron al valle, la campana de un convento cercano daba las doce. Inmediatamente cesaron los cantos, todo desapareció, y la colina quedó silenciosa y solitaria, iluminada por la luna.
Los dos vagabundos encontraron un albergue, y, sin desvestirse, se tumbaron a dormir en un lecho de paja. Estaban tan cansados, que ni siquiera atinaron a sacarse el carbón de los bolsillos. Un gran peso que les oprimía los miembros, los despertó más temprano que de costumbre. Metieron mano en los bolsillos, y no podían dar crédito a sus ojos al verlos llenos no de carbón, sino de oro puro; además, sus cabellos y barbas habían vuelto a crecer, más espesos que antes.
Y helos aquí convertidos en personajes ricos, sobre todo el orfebre, que, codicioso por naturaleza, se había llenado los bolsillos el doble que el sastre. Pero un avaro, cuanto más tiene, más ambiciona, y, así, el orfebre propuso a su compañero pasar el día allí, y al anochecer volver a la colina a pedir nuevas riquezas al viejo. El sastre se negó, diciendo:
- Yo tengo bastante y me doy por satisfecho. Ahora me convertiré en maestro del oficio, me casaré con mi prenda (así llamaba a su novia) y seré un hombre feliz -. Con todo, para no disgustar al orfebre, decidió quedarse allí aquel día.
Al atardecer, el orfebre se colgó del hombro un par de talegas para poder llevarse una buena carga, y reemprendió la subida a la colina. Como la víspera, encontró en la cumbre a los gnomos, entregados a sus cantos y danzas. Volvió a pelarlo el viejo y le hizo seña de coger carbón. Sin el menor titubeo, llenó las talegas y los bolsillos hasta reventar, regresó al lado de su amigo y se echó a dormir sin desnudarse. "Aunque el oro pese - se dijo -, aguantaré bien"; y se durmió, con la dulce esperanza de despertarse al día siguiente millonario. Al abrir los ojos se incorporó rápidamente para examinar sus bolsillos; pero, con enorme asombro, no extrajo de ellos más que negro carbón, por mucho que miró y remiró.
- Aún me queda el oro de la noche anterior - dijo; y, al sacarlo, vio con terror que también se había vuelto a transformar en carbón.
Golpeóse la frente con las ennegrecidas manos, dándose cuenta de que tenía completamente rasuradas la cabeza y la barba. Pero aún no terminaron aquí sus tribulaciones, pues bien pronto notó que a la joroba de la espalda se había sumado otra segunda, más voluminosa aún, en el pecho. Entonces reconoció que todo aquello era el castigo a su codicia, y prorrumpió en amargo llanto. Despertóse el buen sastre al ruido de sus lamentaciones y, prodigando al infeliz palabras de consuelo, acabó diciéndole:
- Fuiste mi compañero en mis tiempos de vida errante; te quedarás, pues, conmigo y compartirás mi riqueza.
Y cumplió su palabra. Pero el desdichado orfebre tuvo que arrastrar sus dos jorobas durante el resto de su vida y cubrirse la cabeza con una gorra.

 

Actividad

Primero podemos hacer un dibujo sobre este cuento.

 Ahora podríamos buscar una eseñanza de la actitud del alfarero.

y otra enseñanza de la actitud del sastre.

 

si deseas comparte tu trabajo.

 

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